A pesar de padecer una crisis económica y de valores, el verano es, en gran parte, un tiempo deseado. Este tiempo debe ser una etapa de relax que nos sirva para enriquecernos interior y físicamente, para realizar lo que no podemos hacer el resto del año, pasear, nadar, leer, leer un buen libro, viajar, disfrutar de la naturaleza, del mar, de los amigos, de la familia...
Las vacaciones deberían de ser para disfrutar en lugar de protestar, son momentos para valorar más, y con más tranquilidad, lo que tenemos.
Las vacaciones deben servir, aparte del descanso físico, para renovarnos, transformando lo que tenemos y rompiendo con lo que nos sobra.
Las vacaciones deben servir, aparte del descanso físico, para renovarnos, transformando lo que tenemos y rompiendo con lo que nos sobra.
Las vacaciones son, por fín, días para el encuentro y la convivencia, para la charla apacible, para compartir la mesa, gozar de la amistad y robustecer las relaciones familiares, que, a veces, durante el año, resultan escasas o insuficientes como consecuencia del trabajo y de las obligaciones de cada día.
Ahora es el momento de disfrutar del mar, de la montaña, los ríos, el amanecer y la puesta del sol, las noches estrelladas, los animales, las plantas...
Ahora es el momento de disfrutar del mar, de la montaña, los ríos, el amanecer y la puesta del sol, las noches estrelladas, los animales, las plantas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario