MI SEGUNDA MADRE (CARTA DE UNA AMIGA)

                                                        MI SEGUNDA MADRE

    No nos damos cuenta de la gran herencia que nos han dejado hasta que no perdemos a esa persona que, aunque le damos cariño, necesitaríamos varias vidas para agradecérselo.

    Una vida dedicada en cuerpo y alma a SU GENTE, y como bien me dijo una de sus predilectas, "Ella es mi segunda Madre". A esto se le añade la humildad, trabajo, servicio, entrega, amor desinteresado y un sinfín de calificativos que enmarcan esa emperatriz que deja un legado y una herencia de la que cada heredero se siente orgullosísimo y que conforman y marcan la vida como una daga de amor y recuerdos que se clavan en el alma y la llenan de buenos recuerdos y de plenitud.

    Pasa su juventud entre sus quehaceres y en la búsqueda de un amor con el que formar una familia, a la cual se dedica por vida para que no les falte de nada. Noches en vela y auroras que se oscurecen sin descanso, ni quejas, ni recompensas materiales, pero que la enorgullecen y las recompensa el ver bien a los suyos, ya que su felicidad y su riqueza es la sonrisa y el sentir que por los que se desvive están bien y deja su propio bienestar a un segundo plano.

    Cuando la edad avanza y las obligaciones decrecen, es el momento de poder disfrutar de sí misma y de su esposo; sin embargo, en su jardín de rosas y claveles van floreciendo nuevas metidas que le va colmando y embriagando de perfumes nuevos que le fortalecen y a los que ya dedica el resto de su vida para que crezcan sanos y nos se marchiten, mimándolas a todas por igual, dedicándole su sonrisa perpetua y adorándolos con detalles de su paga, que por muy corta que sea y mucho que proteste, porque mira mucho por sus bienes, para ellos nunca tiene límites.

      Así son y así se entrega, pidiendo sólo grandes dotes de cariño, visitas y compañía de SU GENTE, que el revuelo de sus nietos y bisnietos avive la soledad de sus hogares y conversen con ella y revuelvan muebles y demás decorativos de las casas.

       Abuela que entre su ajetreada vida y dolencias mantiene siempre viva la llama de la fe, se aferra a la Cruz de Cristo y la carga en su hombro, transmitiendo a sus descendientes esa Sangre y el amor al Hijo de Dios y a su Bendita Madre, rezando con fervor y pidiendo siempre en cada cuenta y Letanía del Rosario para que la Bonita nunca aparte su mirada ni la gracia de su Bendito Hijo por cada una de Su Gente. Ella es quien siempre tiene la compañía de esa estampa que guarda en la mesa, en el almanaque, en la mesita de noche y en cada rincón de su casa como el más bello y puro altar para darle siempre gracias.

      !Que dicha siente la abuela! cuando ve a sus hijos y nietos ataviados de nazareno, costalero, flamenca o mantilla o vestidos de gala para ir a alguna celebración o para ver a su querida Virgen o Cristo pasar por su puerta. !Qué momento, qué mirada inundada de fe, súplica y esperanza!, instante que se para y donde se crea una atmósfera que inunda los sentidos, cuando con la mirada y un grito callado le rezan una oración de petitorias y agradecimientos y con un suspiro le ruegan el año que viene volverlos a ver desde esa su casa.

      Esa es su riqueza y el brillo perenne de sus ojos y el anhelo constante de nunca abandonar esa casa que con tanto esfuerzo ha mantenido y verse encerrada en los fríos muros de una residencia que se respira silencio y aislamiento.

     Ahora hace un año que la abuela Lola marchó al laíto de su Virgen de la Sangre, alli se encuentra velando por las flores de su jardín y estará eternamente agradecida porque siempre será el latido que de fuerza a los corazones y al alma de cada uno de sus nietos. Nietos de los cuales tengo la dicha de conocer a varios y ser amiga de dos de ellos.

       Dos son de la Sangre, como Ella, la que lleva como nombre el diminutivo de un nombre que para mí lo es todo. Amigos que nombran y han querido mucho a su abuela y de la que han aprendido muchos valores y se les alegra la cara al decir su nombre.

                                                             UNA AMIGA...