Madre mía de la Sangre
en Tí se prende la pena,
la tristeza y la amargura;
el dolor busca su hondura
y el llanto busca su vena.
En tu rostro de azucena
llora incontenible el llanto,
y todo eleva su canto
para Ti, divina Rosa,
cuando cruzas Dolorosa
las calles de Huévar
la tarde del Jueves Santo.
en Tí se prende la pena,
la tristeza y la amargura;
el dolor busca su hondura
y el llanto busca su vena.
En tu rostro de azucena
llora incontenible el llanto,
y todo eleva su canto
para Ti, divina Rosa,
cuando cruzas Dolorosa
las calles de Huévar
la tarde del Jueves Santo.
Mi virgen de la Soledad venía llorando
y todo lloraba al verla,
lloraba el azul lejano
y lloraban las estrellas,
lloraba el aire dormido
en la cruz, y en la calleja,
lloraba el árbol sin sombra
y la florida maceta,
lloraba el hierro forjado
de mi balcón y mi azotea,
y lloraba la saeta,
y la música lloraba
entre acordes y cadencias,
mientras mi Virgen de la Soledad venía
llora que llora su pena.
y todo lloraba al verla,
lloraba el azul lejano
y lloraban las estrellas,
lloraba el aire dormido
en la cruz, y en la calleja,
lloraba el árbol sin sombra
y la florida maceta,
lloraba el hierro forjado
de mi balcón y mi azotea,
y lloraba la saeta,
y la música lloraba
entre acordes y cadencias,
mientras mi Virgen de la Soledad venía
llora que llora su pena.
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