Hoy Domingo hemos visitado el Parque de María Luisa y la Plaza de España, un parque y una plaza que nunca están solos, ni siquiera de noche. Ni los días de lluvia como el de hoy, con chubasquero y paraguas en mano, los verdes de las hojas y la hierba adquiere un tono distinto entre la tierra negra, los troncos oscuros y brillosos y el albero deslucido: el monumento a Bécquer estaba más propio y romántico, con lágrimas llovidas. En cuanto escampó quedó el olor de la tierra mojada y de las hojas goteantes, emotivo, sensitivo, maravilloso...
Esta plaza fue diseñada por Aníbal González en 1.914, no se terminó hasta 1.928. Realizada en ladrillo visto con múltiples aplicaciones de cerámica polícroma, sus formas están tomadas del repertorio renacentista español y empleadas con libertad.
Es el conjunto más representativo de la arquitectura regionalista y uno de los ámbitos especiales más monumentales de la arquitectura contemporánea española.
A cada extremo destacan las torres que flanquean un semicírculo de 20o metros de diámetro. Alrededor aparecen bancos con representaciones históricas de las distintas provincias españolas.
Es el conjunto más representativo de la arquitectura regionalista y uno de los ámbitos especiales más monumentales de la arquitectura contemporánea española.
A cada extremo destacan las torres que flanquean un semicírculo de 20o metros de diámetro. Alrededor aparecen bancos con representaciones históricas de las distintas provincias españolas.
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